El día 5, tras una noche tormentosa (suerte que dormimos en albergue) amanece no muy soleado, incluso llueve a cántaros en algún momento. Pero eso no impide que practiquemos la escalada, el rápel y la tirolina. Para ello nos equipamos con arnés y casco. Los guías preparan el resto de material (cuerdas y mosquetones) para realizar la actividad. Lo que más hemos repetido es el rápel. ¡Ya podemos descender por donde queramos! y escalar también.
El día 4 no salimos del campamento, para poder comer un día "de sentados" que tanto picnic tampoco es bueno. Así que hicimos unas pruebas con los GPS, aprendiendo a usarlos, para encontrar lugares y entre búsqueda y búsqueda teníamos que hacer pruebas de todo tipo. Desde castillos con sillas hasta coreografías absurdas.
Y después, por si nos perdemos un día en el bosque y para no morir de hambre, aprendimos a tirar con arco y flechas.
Hoy ha tocado caminar. A algunos les ha gustado, a otros menos. Pero el lugar que hemos visitado es único y singular. En total 7 horitas caminando suavemente por el fondo del Valle de Ordesa, viendo rocas, vegetación e incluso algo de fauna, junto al último río salvaje del Pirineo.
Hoy martes hemos decidido hacer la actividad estrella del campamento, ya que mañana dan tormentas. Nos hemos ido cerca del Cañón de Añisclo a descender un divertido barranco con varios saltos, agua muy fría y estrechos recovecos donde esconderse. Y después nos adentramos en las entrañas de la tierra a recorrer una preciosa cueva que discurre paralela al barranco. Ahí van algunas fotos.
El día ha llegado. Aquí tenemos el autobús con los intrépidos chavales. Vamos a intentar que para ellos sea una experiencia inolvidable, que aprendan muchas cosas y, sobre todo, se diviertan un montón y aprecien un poco más la naturaleza y los tesoros que tenemos en el Pirineo. El viaje ha durado más de lo previsto por problemas de mareos, pero lo importante es que llegaron.